Coplas a la muerte de su padre
Un bello tributo en clave medieval a la figura que representó los valores morales y éticos a seguir..., un canto de admiración a quien se hace querer y admirar.
Jorge Manrique |
(Paredes de Navas, España, h. 1440 - Castillo de Garcimuñoz,
Cuenca, id., 1479) Poeta castellano autor de las célebres Coplas a la muerte
de su padre, máxima creación de la lírica cortesana del siglo XV y una de
las mejores elegías de la literatura española.
Miembro de una familia de la nobleza más rancia de Castilla (era
hijo de don Rodrigo Manrique, maestre de la orden de Santiago, y sobrino del
poeta Gómez Manrique), Jorge Manrique compaginó su afición por las letras con la
carrera de las armas, participando junto a su padre en las luchas que
precedieron al ascenso de los Reyes Católicos. Ambos pertenecían a la orden de
Santiago, y combatieron del lado de Isabel la Católica contra los partidarios de
Juana la Beltraneja. Pereció a causa de las heridas recibidas durante al asalto
al castillo de Garcimuñoz, en el feudo del marqués de Villena.
La poesía de Jorge Manrique se sitúa dentro de la corriente
cancioneril del siglo XV. Su producción poética menor, reunida en un
Cancionero, está formada por medio centenar de composiciones breves, en
su mayor parte de tema amoroso, que siguieron los cánones trovadorescos y
cortesanos de finales de la Edad Media. Más originales son sus piezas burlescas,
como las "Coplas a una beoda" o la titulada "Convite que hizo a su madrastra".
Pero la celebridad de Jorge Manrique se debe fundamentalmente a
las Coplas a la muerte de su padre, su obra maestra, compuesta a raíz del
fallecimiento de don Rodrigo (1476) y publicada en 1494 en Sevilla con el título
Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo.
Esta elegía pertenece a la tradición medieval de la ascética cristiana: contra
la mundanidad de la vida, postula una aceptación serena de la muerte, que es
tránsito a la vida eterna. Sin embargo, apunta ya una idea original que preludia
la concepción renacentista del siglo siguiente: aparte de la vida terrenal y la
vida eterna, Manrique alude a la vida de la fama, a la perduración en este mundo
en virtud de una vida ejemplar que permanece en la memoria de los vivos.
Recuerde el
alma dormida,
avive el seso
y despierte
contemplando
cómo se pasa
la vida,
cómo se viene
la muerte
tan callando,
cuán presto
se va el placer,
cómo, después
de acordado,
da dolor;
cómo, a
nuestro parecer,
cualquiera
tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos
lo presente
cómo en un
punto se es ido
y acabado,
si juzgamos
sabiamente,
daremos lo no
venido
por pasado.
No se engañe
nadie, no,
pensando que
ha de durar
lo que
espera,
más que duró
lo que vio
porque todo
ha de pasar
por tal
manera.
Nuestras
vidas son los ríos
que van a dar
en la mar,
que es el
morir;
allí van los
señoríos
derechos a se
acabar
y consumir;
allí los ríos
caudales,
allí los
otros medianos
y más chicos,
y llegados,
son iguales
los que viven
por sus manos
y los ricos.
Let
from its dream the soul awaken,
And reason mark with open eyes
The scene unfolding,
How lightly life away is taken,
How cometh Death in stealthy guise,
At last beholding;
And reason mark with open eyes
The scene unfolding,
How lightly life away is taken,
How cometh Death in stealthy guise,
At last beholding;
What
swiftness hath the flight of pleasure
That, once attained, seems nothing more
Than respite cold;
How fain is memory to measure
Each latter day inferior
To those of old.
That, once attained, seems nothing more
Than respite cold;
How fain is memory to measure
Each latter day inferior
To those of old.
Beholding
how each instant flies
So swift, that, as we count, 'tis gone
Beyond recover,
Let us resolve to be more wise
Than stake our future lot upon
What soon is over.
So swift, that, as we count, 'tis gone
Beyond recover,
Let us resolve to be more wise
Than stake our future lot upon
What soon is over.
Let
none be self-deluding, none,
Imagining some longer stay
For his own treasure
Than what today he sees undone;
For everything must pass away
In equal measure.
Imagining some longer stay
For his own treasure
Than what today he sees undone;
For everything must pass away
In equal measure.
Our lives are fated as the rivers
That gather downward to the sea
We know as Death;
And thither every flood delivers
The pride and pomp of seigniory
That forfeiteth;
Thither,
the rivers in their splendor;
Thither, the streams of modest worth,
The rills beside them;
Till there all equal they surrender;
And so with those who toil on earth,
And those who guide them.
Thither, the streams of modest worth,
The rills beside them;
Till there all equal they surrender;
And so with those who toil on earth,
And those who guide them.
...acariciando el alma
ResponderEliminarEs una maravilla la presentación ¡y que decir del video¡magnifico.
ResponderEliminarRecuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando...