Allí, donde los amantes moran.
Y las súplicas llegaron a los dioses y llegaron a los padres, pues el color del fruto, cuando está, es negro y lo que queda de sus piras descansa en una solo urna por toda la eternidad.
Una historia de amor trágico de desarrollo universal, que llegará a nosotros más tarde en obras renombradas, este mito de Ovidio, tiene mil años más de antiguedad.
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Yacen aquí amantes
dos,
Muertos de una necedad,
Que siempre fue enfermedad
De que sólo cura Dios.
Principio y fin dio a su amor
Agujero lisonjero,
Que, en fin, cualquier agujero
Es mortal en el honor.
Escarmientos en su mal
Te dará esta selva triste
Llora con la fuente y viste
De luto con el moral.
Muertos de una necedad,
Que siempre fue enfermedad
De que sólo cura Dios.
Principio y fin dio a su amor
Agujero lisonjero,
Que, en fin, cualquier agujero
Es mortal en el honor.
Escarmientos en su mal
Te dará esta selva triste
Llora con la fuente y viste
De luto con el moral.
Baltasar de Alcázar
(Sevilla, 1530 - Ronda,
1606)
Fábula inacabada de Píramo y Tisbe
De Tisbe y Píramo quiero,
si quisiere mi guitarra,
cantaros la historia,
ejemplo
de firmeza y de
desgracia.
No sé quién fueron sus
padres,
mas bien sé cuál fue su
patria;
todos sabéis lo que yo,
y para introdución basta.
Era Tisbe una pintura
hecha en lámina de
plata,
un brinco de oro y
cristal,
de un rubí y dos
esmeraldas;
su cabello eran
sortijas,
memorias de oro y del
alma;
su frente, el color
bruñido
que da el sol hiriendo
al nácar;
la alegría eran, sus
ojos,
si no eran la esperanza
que viste, la primavera,
el día de mayor gala;
sus labios, la grana
fina,
sus dientes, las perlas
blancas,
por que como el oro en
paño
guarden las perlas en
grana;
desde la barba al pie,
Venus,
su hijuelo y las tres
Gracias
deshojando están
jazmines
sobre rosas encarnadas.
Su edad (ya habéis visto
el diente),
entre mozuela y rapaza:
pocos años en chapines,
con reverendas de dama.
Señor padre era un buen
viejo,
señora madre, una paila;
dulce pero simple gente,
conserva de calabaza.
Regalaban a Tisbica
tanto que, si la mochacha
pedía leche de cisnes,
le traían ellos natas;
mas ¿qué mucho, si es la
niña,
como quien no dice nada,
niña de sus cuatro ojos,
los ojos de sus dos
almas?
Los brazos del uno
fueron,
y del otro eran, las
faldas,
los primeros años, cuna,
los siguientes, almohada
Luis de Góngora y Argote
(Córdoba, 11 de julio de
1561
23 de mayo de 1627)
Sinceramente son unas presentaciones ¡exquisitas¡me encanta todo...
ResponderEliminarLos brazos del uno fueron,y del otro eran las faldas, los primeros años,una siguientes almohada.
¡genial¡ besos.