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miércoles, 24 de octubre de 2012

Píramo y Tisbe





Allí, donde los amantes moran.

Y las súplicas llegaron a los dioses y llegaron a los padres, pues el color del fruto, cuando está, es negro y lo que queda de sus piras descansa en una solo urna por toda la eternidad.
 
Una historia de amor trágico de desarrollo universal, que llegará a nosotros más tarde en obras renombradas, este mito de Ovidio, tiene mil años más de antiguedad. 

 
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Yacen aquí amantes dos,
Muertos de una necedad,
Que siempre fue enfermedad
De que sólo cura Dios.

Principio y fin dio a su amor
Agujero lisonjero,
Que, en fin, cualquier agujero
Es mortal en el honor.

Escarmientos en su mal
Te dará esta selva triste
Llora con la fuente y viste
De luto con el moral.
 
Baltasar de Alcázar
(Sevilla, 1530 - Ronda, 1606)




Fábula inacabada de Píramo y Tisbe



De Tisbe y Píramo quiero,
si quisiere mi guitarra,
cantaros la historia, ejemplo
de firmeza y de desgracia.
 
No sé quién fueron sus padres,
mas bien sé cuál fue su patria;
todos sabéis lo que yo,
y para introdución basta.
 
Era Tisbe una pintura
hecha en lámina de plata,
un brinco de oro y cristal,
de un rubí y dos esmeraldas;
 
su cabello eran sortijas,
memorias de oro y del alma;
su frente, el color bruñido
que da el sol hiriendo al nácar;
 
la alegría eran, sus ojos,
si no eran la esperanza
que viste, la primavera,
el día de mayor gala;
 
sus labios, la grana fina,
sus dientes, las perlas blancas,
por que como el oro en paño
guarden las perlas en grana;
 
desde la barba al pie, Venus,
su hijuelo y las tres Gracias
deshojando están jazmines
sobre rosas encarnadas.
 
Su edad (ya habéis visto el diente),
entre mozuela y rapaza:
pocos años en chapines,
con reverendas de dama.
 
Señor padre era un buen viejo,
señora madre, una paila;
dulce pero simple gente,
conserva de calabaza.
 
Regalaban a Tisbica
tanto que, si la mochacha
pedía leche de cisnes,
le traían ellos natas;
 
mas ¿qué mucho, si es la niña,
como quien no dice nada,
niña de sus cuatro ojos,
los ojos de sus dos almas?
 
Los brazos del uno fueron,
y del otro eran, las faldas,
los primeros años, cuna,
los siguientes, almohada
 
Luis de Góngora y Argote

(Córdoba, 11 de julio de 1561
23 de mayo de 1627)









Noche de Difuntos






En estos días actuales que vivimos, prevalece la perspectiva festiva de un ritual manipulado y generador de olvido de lo que significaba esta noche…, todos celebran Halloween…

Una reflexión sobre una noche de introspección y recuerdo fundida en las llamas de las lamparillas en recuerdo de los seres queridos




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“Yo no sé qué tienen, madre,
Las flores del campo santo,
Que cuando las mueve el viento
Parece que están llorando.”


“¡Mira cuanta cruz de pino
¡Mira cuanta piedra blanca!
¡Mira cuanta florecita!
¡Mira cuanta luminaria!”
 
“Las lucecitas, que brillan
De noche en el cementerio,
Están diciendo a los vivos
Que se acuerden de los muertos.”






domingo, 14 de octubre de 2012

Eco y Narciso


 

La historia de Eco y Narciso, es quizás una de las historias más tristes de la mitología griega. Pero quizás por ese mismo motivo, nos muestre que pese a la volubilidad de los sentimientos, finalmente todos encontramos la justa recompensa a nuestros actos.



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Narciso.
Tu olor.
Y el fondo del río.

Quiero quedarme a tu vera.
Flor del amor.
Narciso.

Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.

Tú diminuto y yo grande.
Flor del amor.
Narciso.

Las ranas, ¡qué listas son!
Pero no dejan tranquilo
el espejo en que se miran
tu delirio y mi delirio.

Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo.



Federico García Lorca